jueves, 16 de junio de 2011

LA CUEVA DE LOS LECHUZOS

        En 1864 gobernaba Mendoza Carlos González Pinto. Trataba de reconstruir la ciudad, destruída por el terremoto de 1861. A fin de año un grupo de fragoteros, de esos que llegan al poder por la fuerza, se apoderó del sillón de San Martín, usurpó el gobierno y dio cuenta del tesoro, donde estaban los fondos para la construcción del Colegio Nacional, obra que quedó trunca. Carlos González se enteró que los sicarios de la logia civitista lo buscaban para matarlo. Era gaucho, ensilló un caballo y se fue a la Cordillera, refugiándose en "La Cueva", una de sus estancias. Dejó observadores fieles en "Agua de la Chilca", en la "Juana María" y en "Casa de Piedra". Como los cuervos siempre iban en bandada eran detectados desde lejos. Un emisario llegaba siempre antes y daba el aviso: "Don Carlos, a esconderse", lo bajaban por la parte de arriba a la Cueva de los Lechuzos. Con un lazo lo depositaban sin dejar rastro de su ingreso, no lo encontraron nunca. Su hermano Lucas, por encargo de Mitre, compraba en Inglaterra los materiales para construir el primer tramo del Ferrocarril Central Norte Argentino. Terminada su misión regresó a la Argentina y volvió a ocupar el cargo de Ministro de Hacienda, por el que lo había reemplazado Dalmacio Vélez Sarsfield. De inmediato preguntó por su hermano, que le había pedido que gestionara la construcción del ferrocarril a Mendoza. Don Lucas: su hermano no está en el gobierno, su lugar lo ocupa Pedro Pascual Segura. ¡¿Dónde está mi hermano?! De inmediato Mitre mandó a su gente, que lo encontraron y lo repusieron en su cargo, el 6 de marzo de 1865; lo que nunca pudo girar el gobierno nacional, fueron los fondos del tesoro vilmente vaciado.
          Nueve días más tarde, es decir el 15 de marzo, un delirante megalómano llamado Francisco Solano López invadió Corrientes y obligó a la Argentina a aliarse con Brasil, su antiguo rival. En defensa de su integridad territorial, debió pelear una guerra absurda, injusta, obra de uno de esos personajes que nacen de vez en cuando en nuestra América Latina; demagogos, totalitarios, enemigos de las constituciones republicanas, lo primero que hacen es reformarlas para perpetuarse en el poder.
          Mitre no podía auxiliar a su correligionario con fondos nacionales. Por el contrario, le pidió que lo ayudara con contingentes de soldados para formar un Ejército Nacional, que fue el primero y que le costó un enorme esfuerzo. Luchó contra Paraguay que no merecía tener un dirigente que fue el único responsable de su destrucción.
          Los fondos que pudieron usarse para la educación a la que Carlos González le dio prioridad, debieron destinarse a otros fines por imperio de las circunstancias. Por un decreto firmado por Lucas González que me llenó de orgullo y de emoción, por ser mi bisabuelo, se destinaron para comprar caballos para nuestra gloriosa caballería.
         Los hombres de Mitre llegaron a Mendoza a poner las cosas en orden. Los sediciosos huyeron a Chile, no sin antes llenar los costales de las mulas cargueras con todo lo que pudieron sacar del tesoro provincial. Interceptados en Los Andes fueron obligados a devolver a Carlos González todo el botín robado. Puedo suponer que algo les habrá quedado en las alforjas y en los bolsillos.

                                                                  Juan Carlos de Borbón

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